La serie británica Adolescencia, recientemente estrenada en Netflix, está dando de qué hablar. La producción explora el impacto de crecer en la era digital, abordando temas como la misoginia, la manipulación digital y la identidad juvenil. Con un enfoque crudo y directo, la serie invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan los jóvenes en un entorno cada vez más interconectado.
Según datos de Ipsos, el 62% de las personas afirma haber vivido episodios de estrés que impactaron su vida diaria. Además, el 54% de los jóvenes tuvo que ausentarse del trabajo por esta causa. La serie conecta con esta realidad, mostrando cómo el cruce entre tecnología, educación y bienestar puede ser tanto un riesgo como una oportunidad.
El contexto educativo en la era digital
Un estudio de Ipsos revela que solo el 33% de las personas califican positivamente los sistemas educativos de sus países. Esta percepción contrasta con métricas como las pruebas PISA, lo que sugiere una brecha entre la experiencia educativa y su evaluación. Además, el 36% de los encuestados apoya la prohibición de inteligencia artificial en las escuelas, reflejando la tensión entre tecnología y educación.
La serie Adolescencia aborda estas preocupaciones desde la perspectiva de los jóvenes, mostrando cómo el uso de tecnologías emergentes puede afectar la salud mental. Esto resuena especialmente cuando se considera que el 40% de las mujeres de la Generación Z reportan haber sufrido depresión de forma recurrente, comparado con el 11% de los hombres Baby Boomers.
Un llamado a repensar el apoyo juvenil
La producción invita a cuestionar el papel de las instituciones educativas y la sociedad en general al acompañar a los jóvenes en su desarrollo digital. Conectando el debate sobre el uso de herramientas tecnológicas con el bienestar emocional, la serie se convierte en un punto de partida para repensar el apoyo integral que necesitan las nuevas generaciones.
La serie no ofrece respuestas definitivas, pero sí abre el diálogo necesario para abordar cómo tecnología, educación y salud mental se entrelazan en la vida de los jóvenes. En un mundo digitalizado, es fundamental promover narrativas más conscientes e inclusivas que preparen a los jóvenes para enfrentar los retos emocionales y educativos del presente.